LA SAGRADA EUCARISTÍA ¿Sabes de qué se trata?

En la Sagrada Eucaristía recibimos el Cuerpo y la Sangre de Cristo, su Alma y su Divinidad.

La Sagrada Eucaristía es uno de los siete sacramentos de la Iglesia Católica y es considerada como la fuente y culmen de la vida cristiana. En este artículo, exploraremos la historia y el significado de este sacramento, así como sus beneficios para el alma.

 

INSTITUCIÓN DE LA SAGRADA EUCARISTÍA

La Eucaristía fue instituida por Jesucristo durante la Última Cena, la noche antes de su muerte en la cruz, en la que tomó pan y vino, los bendijo y los dio a sus discípulos diciendo: “Tomad y comed todos de él, porque esto es mi Cuerpo que será entregado por vosotros” y “Tomad y bebed todos de él, porque ésta es mi Sangre” (Mt 26,26-28). Con estas palabras, Jesús estableció el sacramento de la Eucaristía como un memorial perpetuo de su pasión, muerte y resurrección, y desde entonces, la Eucaristía ha sido celebrada por la Iglesia Católica como el sacramento central de la fe cristiana.

 

LA SAGRADA EUCARISTÍA EN LA IGLESIA PRIMITIVA

La Eucaristía ha sido celebrada por la Iglesia desde sus primeros días. Los primeros cristianos se reunían en casas particulares para celebrar la Eucaristía, y la práctica se extendió rápidamente por todo el mundo. La Eucaristía era celebrada con gran reverencia y devoción. Los Padres de la Iglesia, como san Agustín, escribieron extensamente sobre el significado y los efectos de este sacramento.

Escribió san Agustín: “Creer en Cristo es comer el Pan vivo. Quien cree, come; espiritualmente se alimenta” (Sermón 131,1). También afirmó san Agustín, refiriéndose a la Eucaristía: «Recibimos en la Eucaristía lo que somos, y nos convertimos en lo que recibimos». Con estas palabras, nos recordó que, al recibir la Eucaristía, nos unimos íntimamente a Cristo y nos transformamos en su cuerpo místico.

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EL CONCILIO DE TRENTO Y LA SAGRADA EUCARISTÍA

En el Concilio de Trento se exalta la presencia de Cristo en la Sagrada Eucaristía

El Concilio de Trento, celebrado en el siglo XVI, reafirmó la importancia de la Eucaristía como sacramento central de la fe católica en respuesta a las afirmaciones de los reformadores protestantes. El Concilio declaró que “en el Santísimo Sacramento de la Eucaristía se contiene verdadera, real y sustancialmente el Cuerpo y la Sangre, juntamente con el alma y la divinidad de Nuestro Señor Jesucristo” (DS 1651), aunque las apariencias siguen siendo las de pan y vino. El Concilio también afirmó que la Eucaristía es un sacrificio, en el que Cristo se ofrece a sí mismo al Padre por la salvación de la humanidad.

 

EL CONCILIO VATICANO II

El Concilio Vaticano II, celebrado en el siglo XX, también habló sobre la Eucaristía en su Constitución sobre la Sagrada Liturgia. El Concilio afirmó que “la Eucaristía es fuente y cima de toda la vida cristiana” (SC 10) y que “en ella se encuentra a la vez la cumbre de la acción por la que Dios santifica al mundo en Cristo y del culto que los hombres ofrecen al Padre” (SC 10), y que los fieles deben participar en ella de manera activa y consciente, con frecuencia y devoción.

Los Papas Juan Pablo II y Benedicto XVI también han hablado sobre la importancia de la Eucaristía en sus enseñanzas. Juan Pablo II, en su encíclica titulada “Ecclesia de Eucharistia” afirmó que “la Iglesia vive de la Eucaristía” por lo que resaltó la centralidad de la Eucaristía en la vida de la Iglesia y la necesidad de una fe viva en este sacramento. (EE).

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Con sus enseñanzas, san Juan Pablo II nos dio ejemplo de amor a la Cándida Víctima del Altar, la Sagrada Eucaristía

Benedicto XVI escribió una exhortación apostólica titulada “Sacramentum Caritatis” en la que afirmó que “la Eucaristía es el sacramento del amor” (SC), enfatizando la relación entre la Eucaristía y la caridad, invitando a los fieles a vivir la Eucaristía como fuente de amor y servicio hacia los demás.

 

MATERIA Y FORMA DE LA EUCARISTÍA

La materia del sacramento de la Eucaristía son el pan de trigo sin levadura y el vino natural extraído de uvas, mientras que la forma es la consagración realizada por un sacerdote válidamente ordenado.

Según el Catecismo de la Iglesia Católica: “Por las palabras del Señor y por la invocación del Espíritu Santo se realiza el cambio de toda la substancia del pan en substancia del Cuerpo de Cristo nuestro Señor y toda substancia del vino en substancia de su Sangre. Este cambio es llamado por la Iglesia católica transubstanciación” (CIC 1376). Estos elementos son esenciales para la validez del sacramento y han sido transmitidos por la tradición apostólica desde los tiempos de Jesús y los apóstoles.

La transubstanciación es un misterio profundo e incomprensible para nuestra razón humana. Sin embargo, podemos acercarnos a él con fe y confianza en las palabras de Jesús: “Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma este pan vivirá eternamente” (Jn 6,51).

 

BENEFICOS DE RECIBIR LA SAGRADA EUCARISTÍA




Recibir la Sagrada Eucaristía tiene muchos beneficios para nuestra alma. La Eucaristía nos perdona los pecados, nos fortalece en la gracia, nos une más íntimamente a Cristo y nos da la vida eterna. Además, la Eucaristía, fortalece nuestra comunión con la Iglesia y nos ayuda a crecer en santidad, nos fortalece en nuestra lucha contra el pecado, nos da fuerzas para llevar a cabo nuestras tareas diarias, nos consuela en momentos difíciles y nos prepara para el cielo. Como escribió Santa Teresa de Ávila: “No es para quedarse en una ámbula de oro que Jesús desciende todos los días del cielo, sino para encontrar otro cielo, el de nuestra alma, donde encuentra sus delicias”.

 

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